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QUEREMOS ABRIR LOS OJOS A LA ALEGRÍA, A LA ESPERANZA,
A LA ILUSIÓN DE SABERNOS ELEGIDOS POR DIOS
PARA COLABORAR CON ÉL EN LA MISMA MISIÓN
DE EXPANSIONAR SU AMOR POR EL MUNDO, 
COMPARTIENDO LA FELICIDAD. 

Comenzamos un nuevo curso, en este momento, algo más que un nuevo curso. Recuperamos nuestra vida juntos como familia menos virtual y más real. En el curso 2019-2020 llenamos la tierra de sueños sembrados, que nos ayudaron a mantener la esperanza dentro de la dura realidad que vivimos.

Hoy estamos aquí, en primer lugar, orando por aquellos que nos dejaron y por sus familias. Poniendo siempre a Dios en nuestro centro sabiéndonos parte de Él.

Acojamos con valentía y entusiasmo este nuevo comienzo en el que nos ponemos al servicio de la Misión de Dios. Expandamos su amor a los Hermanos, especialmente, como nos enseña Madre Francisca, a los más necesitados, llevemos su Palabra a cada persona, a cada hogar, cuidemos la Creación.

¡Sintamos la fuerza de su aliento! ¡Somos afortunados!

¡Tenemos suerte! Hemos recogido una gran cosecha fruto de las preciosas semillas que plantamos en muchos rincones del planeta. Frutos llenos de la energía de la naturaleza, renovada en estos tiempos por la disminución de la acción del hombre, frutos reforzados con el acercamiento que hemos vivido con el Padre en este tiempo de aislamiento en nuestros hogares-templos, frutos siempre de Paz y Bien, de misericordia, de solidaridad, frutos de amor, que, ahora más que nunca queremos vivir con alegría franciscana en fraternidad. Esa es nuestra tarea, esa es nuestra misión, la que el Espíritu Santo nos sopla al oído y que las hermanas Franciscanas de la Inmaculada comparten con los laicos HFI para lograr vivir el Evangelio como FAMILIA HFI.

¿Hacia dónde nos movemos? ¿Por dónde empezamos?

Una gran aventura se abre ante nuestros ojos, una experiencia compartida que nos volverá a cambiar la vida para bien. Alcemos la mirada, no sólo para ver, vamos a observar con el detenimiento y el detalle que se merece nuestro alrededor. No estamos solos, contamos con la mejor compañía, Jesús. Él nos va a guiar y a acompañar en todo momento, en su rostro encontraremos el camino.

¡Aprender a observar, es un ejercicio imprescindible para disfrutar de la vida al 100%!

Percibamos la infinidad de detalles que vemos y no detectamos, que nos pasan inadvertidos a lo largo del día. Estemos atentos a esos gestos, miradas, expresiones, llamadas, retazos de palabras que nos cuentan una historia sin que se escuche, que nos marcan una ruta sin mojones. Va a merecer la pena poner toda nuestra atención para entender su verdad y tener la dicha de sentirnos conectados, de sentirnos en comunión.

A esta aventura ya se ha apuntado Jesús. ¡Ha sido el primero! Él no tiene dudas, “con vosotros estaré hasta el final de los tiempos”.

Su opción es siempre con nosotros, a nuestro lado, invitándonos a recrearnos en derrochar felicidad compartida.

Queremos abrir los ojos a la esperanza, a la ilusión de sabernos elegidos por Dios para compartir con Él, la misión de expansionar el amor el mundo.

¡Atrévete!, ¡hazlo con nosotros!, ¡confía en Él! …

 

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